Nacida de una fiebre del oro de finales del siglo XIX,
Johannesburgo, o Egoli, que significa "lugar del oro" en zulú, creció
rápidamente hasta convertirse en el motor económico de Sudáfrica. Hoy en
día, las muchas etnias y culturas de la ciudad se pueden explorar a
través de su comida, música y próspera escena artística. También
es un lugar de fuertes contrastes, donde frondosos suburbios de
mansiones de paredes altas se yuxtaponen con barrios de chabolas
ondulados y en expansión. Esta enorme diferencia en la fortuna es en
parte el resultado del despiadado régimen de apartheid que barrió la
nación durante el siglo XX. Lugares como el Museo del Apartheid,
Constitution Hill y Liliesleaf Farm pintan una imagen de estos años
turbulentos. Si bien la ciudad está experimentando una rápida
regeneración en zonas emergentes como Maboneng Precinct, Johannesburgo
es más crudo que Ciudad del Cabo. Es una ciudad profundamente arraigada
en su pasado, pero con visión de futuro y optimista sobre su futuro. |